Experimentando con el color
Desde bien pequeña me han llamado la atención los «colorines». Siempre he tenido predilección por aquellos artilugios donde estuvieran representados todos los colores el espectro visible (como en un diagrama de Munsell), o un arcoíris o similar… En la infancia achacaban este gusto por todos los colores a una personalidad extrovertida y a ser una mente diáfana… No tengo ni idea de si es un pensamiento contrastado científicamente o solo son conjeturas socialmente aceptadas. La historia es que el color me resulta poderoso. Tanto como la luz. Al final el 80% de la información que percibimos del mundo que nos rodea viene por el sentido de la vista, y básicamente ésta está compuesta por el matiz, la saturación y el brillo. (tono de color -lo que solemos llamar nombre-, pureza de color y su intensidad lumínica).
Cuando comencé a estudiar fotografía descubrí que entendía la acción, la trama de la película y la psicología del discurso mucho mejor cuando se trataba de secuencias sobre película monocromática, es decir, en escala de grises, y es que el color ejerce un poderoso efecto en mi y muchas veces puede acabar distrayéndome del acting principal.
Años después conocí el trabajo de Wes Anderson y el placer hedonista del uso de los colores como un personaje más de la trama. Al final de mi primera etapa formativa experimenté trabajando la corrección de color primero y etalonaje de cortometrajes y piezas después, en parte gracias a la democratización de varias herramientas integradas en softwares más asequibles, tanto para el bolsillo como para ordenadores convencionales.
En definitiva para mi, el color siempre ha estado ahí.
Y últimamente ando trasteando un poco con las paletas de los sitios a los que viajo, porque todos sabemos que «la luz que tiene este sitio, no la tiene otro» como seguramente pienses al ver los cuadros de Sorolla y su levante luminoso. Pero es que esa luz se descompone en colores únicos en diferentes latitudes del mundo. No hay dos verdes idénticos en la latitud 79ºN o en el corazón del bosque cerrado de Eswatini… al menos yo no los percibo de la misma manera. Y dicho esto, te dejo un par de pruebas que estoy haciendo con las paletas de colores que puedo obtener, y que estoy probando con fotografías más o menos escogidas de los últimos destinos que he visitado.
Espero que te gusten.
Primero una extracción realizada por mi con el cuenta gotas y luego una interpretación directa desde software de colorimetría.
Las fotos son una mezcla entre las de @cesargilwildlife y mías, tomadas en nuestros últimos viajes.
El color rosa no deja de ser sencillamente un rojo desaturado